Las Guacamayas


Lagunas de Santa Martha, un mundo mágico

miércoles, 12 de marzo de 2008


DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES

El Centro Ecoturístico Santa Martha es, sin duda, un mundo aparte.
Salvo su camino de terracería, un total de cinco kilómetros donde sólo se puede entrar en camioneta, a pie o a caballo, lo demás es toda una aventura.
LAS VACAS JUEGAN FÚTBOL EN SANTA MARTHA
Primero se topa uno con un campo de fútbol, donde el partido lo juegan unas vacas, y como están acomodadas en el terreno de juego, parecieran esperar un tiro de esquina, aunque cada quien se distrae en su propio pasto.
Más adelante, cuando uno se dispone a caminar el último kilómetro faltante, justo ahí donde se estaciona el carro, aparece a los ojos algo que pocas veces nuestros ojos tienen la oportunidad de admirar:
UNA COLONIA DE PÁJAROS
Son aves de cola amarilla, apenas más pequeñas que una chachalaca, que cuelgan su nido del árbol más alto del lugar, evidentemente la Ceiba, de grandes y frondosas ramas.
Allá, en la parte más alta, colocaron decenas de nidos colgantes, enormes, quizá de unos 50 centímetros de alto y 30 de ancho, donde caben fácilmente 4 aves: dos adultas y dos pequeñas, bien acomodados.
Los visitantes se ponen a contar uno a uno, asombrados, y no se ponen de acuerdo: 54, 52, pero definitivamente más de 50 nidos, todos perfectamente ocupados, por beligerantes aves, muy probablemente la oropéndula, de pecho negro, cuerpo color café castaño, los lados de la cola amarilla, que sólo se observa cuando la despliega, al volar.
Vuela de rama en rama, de un árbol a otro, pero nunca se acerca, temerosa de los depredadores que le admiramos abajo.
Es ruidosa, su canto es genuino, que nadie más repite en ningún lado.
No se sabe si canta así de alegría, o es su grito de guerra, pero parecen siempre jubilosas.
La lente de la cámara las persigue, sin mucho éxito, porque vuelan veloces, y están en lo más alto.
El guía, Don Ramón Hernández Álvarez (Secretario de la Triple S "Sistema Lagunario Santa Martha"), dice que esta escurridiza ave come guineo, pero nosotros le vemos cazar un insecto "palo" o mantis, allá en lo alto, que presume en su pico durante breves segundos.
Llega en los meses de enero-febrero, permanece marzo y abril, y comienza a emigrar en mayo-junio, cuando llega la temporada de lluvia.
En primavera siempre se le podrá encontrar aquí, construyendo en parejas una bolsa colgante de gran tamaño y enorme altura donde la hembra pondrá sus dos huevos blancos y se quedará ahí a cuidarlos, mientras el macho sale a buscar la comida.
Inclusive cuando nacen los polluelos la hembra seguirá cuidando la casita, allende las alturas, en una gran colonia que, al parecer, sabe ser solidaria, y su canto pareciera, a ratos, una plenaria ruidosa donde no vale el orden ni los principios democráticos.
No se sabe si la pareja de oropéndulas son fieles e infieles, pero al menos tienen el sentido de la responsabilidad y mientras crecen los hijos permanecen juntos.
Elegir a la pochota o Ceiba más alta es estratégico, porque así se protegen de los depredadores, además de que estando en una poblada colonia, con picos rectos y duros, resulta ventajoso para evitar la presencia de intrusos.
PLANTAS CARNÍVORAS

Después de tomar cientos de fotos a la colonia de oropéndulas continuamos el viaje, pero pronto hacemos un alto.
Una planta carnívora aparece a nuestra vista.
Carnívora o no, así lo parece.
Un par de labios de mujer aparece en medio de un matorral, luego otro, y muchos más se interponen, amenazantes.
¿Cuántos varones habrán sucumbido ante un espectáculo así?
En el centro de los labios de mujer aparece algo que sin duda la planta anda engullendo. Verdad o mentira, por si acaso, abandonamos el área.
Al final llegamos a las lagunas de Santa Martha, un espectáculo lacustre en medio del bosque.
EL TEMIBLE POSHONTÉ
Pero siguen las emociones fuertes: Un árbol me impide el camino hacia el mirador.
Es el poshonté, según el guía.
Y que tenga cuidado, me advierte. "Es malo".
Si alguien se le acerca y lo toca, le salen granos, llagas.
Un joven, relata Don Ramón y confirma Don Enrique Ortega Morales, cortó varias ramas y lo llevó en medio de la leña, a la espalda, y al día siguiente amaneció con muchos granos y comezón en todo el cuerpo. Fue obra del poshonté.
Otros salieron afectados con sólo haberlo tocado, unos más por haber pasado cerca y mirarlo.
La sugerencia que hacen los guías, sin embargo, resuelve todo: no se le debe tener miedo. Con eso basta.
Y quien no le conoce no puede temerle, sin duda alguna.
Yo, por si acaso, decido pasar de largo y me subo a la lancha, sólo para detenerme a admirar otras plantas que asientan sus raíces en el fondo del lago y lanzan sus flores a la superficie.

2 comentarios:

Amoroso dijo...

Lugares tan economicos visitarlos y donde se recrea uno el espiritu, muy recomendable.

Amoroso dijo...

Se me olvido invitarlos a mi sitio, tambien es de turismo

RECORRIDO EN LANCHA para llegar a LAS PALMAS (Municipio de Acapetagua) -1_2-