Las Guacamayas


RÍO HUYE DE LOS HUMANOS

lunes, 31 de marzo de 2008




DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES



La naturaleza le enseñó como esconderse de la gente para purificarse.
• Bell ísima flora y fauna se alimenta de su cauce.


Nace en Bajío Ventanas, municipio de Siltepec.

Kilómetros abajo, en la ranchería El Plan, del municipio de Bella Vista, se sumerge en la tierra, en un sumidero. O quizá en varios.

Desaparece de la vista del ser humano, para protegerse de éste.

Al río le sirve esconderse para limpiarse de las impurezas que le avientan encima, deshaciéndose de éstas a través de filtros naturales.

Pero en el ejido Emiliano Zapata, municipio de Bella Vista, vuelve a emerger, saliendo de una cueva, exponiéndose de nuevo al Sol y al mundo depredador.


Aquí toma el nombre de Río Grande, porque en el lugar nace otro río, pequeño, ahora convertido en un arroyo.

Son los privilegios de los que han gozado los habitantes de Emiliano Zapata, aunque luego, ante los desequilibrios ecológicos, se han convertido en verdaderas amenazas a su integridad física, como ocurrió en años recientes, con el arribo del huracán Stan, cuando el río salió de su cause y arrancó casas, se llevó personas, acabó con sembradíos y mató a muchos animales.




Esta vez visitamos los dos vertederos, justo ahí donde nacen ambos, en compañía de Berzaín Ángel Cifuentes, Dangly Ángel López, Octavio Ventura Vázquez y Ramón Cordero Torres.

Llegamos a la ranchería denominada El Plan, del mismo ejido, donde el río proveniente de la Sierra Madre de Chiapas se divide en dos, en una zona territorial cavernosa.




Hacia la derecha el afluente encuentra el primer sumidero.

En todo caso, se observan dos áreas donde el río se sumerge: la primera es una enorme laguna de color verde, de gran atractivo.



En medio, un álamo y las voces del mundo reproduciéndose en sus hojas, al compás del viento.

Sus raíces rojas se convierten en testigo fiel de cómo el agua se sumerge a las profundidades de la Tierra, mientras miles de pequeños peces persiguen una hoja que lanzamos al agua para ubicar el remolino donde se ubica el sumidero.

A la izquierda, un pequeño gajo del río, con más álamos persiguiéndolo, encuentra otro agujero donde sumergirse y desaparecer de la lente; le perseguimos y conseguimos un adiós del riachuelo que se lanza a las cavernas del subsuelo.


Al retornar a la persecución del río que se esconde, encontramos a pobladores disfrutando de las últimas corrientes del río y a una familia disfrutando de las sombras de un álamo lleno de energía con la encomienda de mantener fresca y húmeda la zona.

Y, más adelante, la última poza del río, antes de desaparecer completamente de la vista e iniciar su travesía subterránea, limpiándose de las impurezas arrojadas por el hombre.

Así, nos encontramos por un largo arenal, por donde antes paseaba el río, irrigando la zona, hasta que el huracán Stan rellenó el lugar con lodo, arena y piedra, bloqueando sus accesos hacia el subsuelo.

Hace años, quizá cientos, el río llegaba aún más lejos y no se escondía de nadie.

Viajaba por una larga cañada que ahora sólo deja ver un cuenca seca y pedregosa, pero totalmente arbolada, con miles de jushtes, cedros, campanillos, canelillos y decenas de especies de frondosos árboles, algunos con alturas superiores a los 60 metros, como el chumís, el guanacaste, el matapalo, el amate, hormiguillo, nogal, chico zapote, entre otros.


Estos altos árboles están poblados de tiucas, pájaros carpinteros, martín pescador, pijuy, pico de hacha, pishcoy, torchiche pecho amarillo, tortolitas, chachalacas, urracas y palomas.

Y, al menos, encontramos huellas de tepezcuintles, gatos de monte, mapaches, pizotes, osos colmeneros, especies de cuerpo espín y algunos venados, furtivos y miedosos ante leal depredador.

El motivo de la caminata por esta cuenca abandonada fue fotografiar algunos cientos de tortugas que suelen aprovechar al máximo la última poza de agua que dejan las lluvias en esta zona montañosa.

Pero las tortugas también se escondieron, porque ya la posa se ha secado, y ahora esperan la llegada de la temporada de lluvia de verano, para salir de las cuevas que hoy les sirven de escondites.


Sin embargo, encontramos más adelante un ojo de agua que arranca su existencia casi en medio del cerro, formando pozas limpias y transparentes, de donde pobladores toman agua para uso doméstico, por su limpieza.

Y, más adelante, la cueva en donde el río proveniente de la sierra vuelve a salir a la luz.

La cueva es grande y oscura, algunas estalactitas cuelgan de su techo; permite la vida de especies como golondrinas y murciélagos que aprovechan el lugar para colocar ahí sus nidos.

El agua se observa en un tono verde, y viaja discretamente.

Metros más adelante, en una pendiente, aparecen algunos chiflones, viajando alrededor de piedras adornadas de musgos, hasta llegar a un puente vehicular que nos lleva al interior del poblado, divido en dos por un nuevo arroyo o riachuelo, que también nace ahí.


Ambos nacederos son conocidos como desembocaderos que la población adorna con coronas cada 24 de Junio, el mero Día de San Juan.

Ese día se realiza una entrada de flores y los creyentes colocan arcos de flores naturales y también de papel, además de acompañar el acto con una buena ingesta de trago y música de marimba.

La Ruta para llegar…

Para llegar a este lugar se viaja de Comitán a Frontera Comalapa, y de ahí se avanza rumbo al municipio de Chicomuselo alrededor de 12 kilómetros. Al llegar al desvío Pasolimón, de Emiliano Zapata, se avanza un tramo de un kilómetro de camino de terracería y luego dos más en camino pavimentado, hasta encontrar un puente que está casi sobre el río.

La caminata se puede iniciar de ahí hacia arriba, encontrando primero la desembocadura, luego la montaña donde antes viajaba el río, y posteriormente los sumideros. Con suerte, en temporada de lluvia podrá apreciar las tortugas que esta vez se nos escondieron.

Biósfera de La Encrucijada, sorprendente

miércoles, 19 de marzo de 2008


DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES

Salimos de Comitán rumbo a Las Palmas, un centro ecoturístico ubicado en el municipio de Acapetagua, allá en la Reserva de la Biósfera de La Encrucijada.

Al pasar el municipio de Frontera Comalapa nos detuvimos a comer en un restaurán que se encuentra ubicado cerca del río que viene del municipio de Amatenango de La Frontera.

El lugar es bello por lo fresco y porque ahí se come una rica mojarra que el turista puede pescar con sus propias manos, de las cuales hay, cientos de miles o, quizá, millones.

Luego de pescar las nuestras y mandarlas a cocinar, cada quien a su gusto, comimos, nos tomamos unos refrescos bien fríos, y seguimos el viaje.

Luego de pasar los municipios de Amatenango de La Frontera, Mazapa de Madero, Motozintla, Huixtla, Villa Comaltitlán, Escuintla y Acapagua finalmente llegamos al Embarcadero Las Garzas, desde donde tomamos una lancha hacia el centro ecoturístico.

En el camino pudimos apreciar el manglar más alto de Latinoamérica, con quizá millones de mangles que alcanzan hasta 40 metros de altura.

Sus raíces aéreas ofrecen un bello espectáculo, pues forma figuras caprichosas, sorprendiendo a la vista de quienes por vez primera tenemos a la vista un mangle.

Cinco minutos después de viajar por debajo del manglar salimos al estero, amplio espacio acuífero de agua salada, pues es un brazo de mar, del Pacífico, que se cuela en el manglar, dándole vida.

Ahí pudimos apreciar al mar con sus impresionantes olas, apenas breves instantes, porque la lancha sigue su veloz carrera.

Miles de gaviotas, pelícanos y garzas nos esperaban, y tan pronto nos avistaron iniciaron su show: volaron al unísono y posteriormente se acomodaron desde donde habían iniciado el vuelo.

Luego al mar, a escuchar el oleaje ruidoso, a sentir su fuerza en los pies, y a retarlo a que tirara nuestros castillos de arena.

Una medusa hizo su aparición en la arena y fuimos por ella.

Eduardo Ángel decía que estaba muerta, Deni comentaba que podía darnos toques eléctricos, que es como suele cazar a su presa, Doña Maclovia se asustaba que las olas la arrastrara hasta sus piernas, Sari Cruz y Eluvia Angel hacían una posa donde pensábamos meterla, aunque el oleaje del Pacífico finalmente tumbó nuestros planes, llevándose al molusco a quién sabe dónde.

Entonces decidimos caminar hacia el Campamento Tortuguero de Zacapulco, que es en cuyas playas tomábamos el Sol y jugueteábamos con las olas.

Ahí sorprendimos a un par de tortugas jugando a los enamorados, dándose de besos, quizá pensando en la reproducción de la especie o simplemente recordándonos que la primavera, a veces, se adelanta.

Después de ordenar y comer una lisa a la talla, unas rodajas de robalo, camarones al mojo de ajo, filete de pescado y aguas frescas con mucho hielo, emprendimos el regreso, encontrándonos en el camino a un gavilán águila color negro y uno de pecho blanco, quienes no se inmutaron de nuestra presencia.

Lagunas de Santa Martha, un mundo mágico

miércoles, 12 de marzo de 2008


DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES

El Centro Ecoturístico Santa Martha es, sin duda, un mundo aparte.
Salvo su camino de terracería, un total de cinco kilómetros donde sólo se puede entrar en camioneta, a pie o a caballo, lo demás es toda una aventura.
LAS VACAS JUEGAN FÚTBOL EN SANTA MARTHA
Primero se topa uno con un campo de fútbol, donde el partido lo juegan unas vacas, y como están acomodadas en el terreno de juego, parecieran esperar un tiro de esquina, aunque cada quien se distrae en su propio pasto.
Más adelante, cuando uno se dispone a caminar el último kilómetro faltante, justo ahí donde se estaciona el carro, aparece a los ojos algo que pocas veces nuestros ojos tienen la oportunidad de admirar:
UNA COLONIA DE PÁJAROS
Son aves de cola amarilla, apenas más pequeñas que una chachalaca, que cuelgan su nido del árbol más alto del lugar, evidentemente la Ceiba, de grandes y frondosas ramas.
Allá, en la parte más alta, colocaron decenas de nidos colgantes, enormes, quizá de unos 50 centímetros de alto y 30 de ancho, donde caben fácilmente 4 aves: dos adultas y dos pequeñas, bien acomodados.
Los visitantes se ponen a contar uno a uno, asombrados, y no se ponen de acuerdo: 54, 52, pero definitivamente más de 50 nidos, todos perfectamente ocupados, por beligerantes aves, muy probablemente la oropéndula, de pecho negro, cuerpo color café castaño, los lados de la cola amarilla, que sólo se observa cuando la despliega, al volar.
Vuela de rama en rama, de un árbol a otro, pero nunca se acerca, temerosa de los depredadores que le admiramos abajo.
Es ruidosa, su canto es genuino, que nadie más repite en ningún lado.
No se sabe si canta así de alegría, o es su grito de guerra, pero parecen siempre jubilosas.
La lente de la cámara las persigue, sin mucho éxito, porque vuelan veloces, y están en lo más alto.
El guía, Don Ramón Hernández Álvarez (Secretario de la Triple S "Sistema Lagunario Santa Martha"), dice que esta escurridiza ave come guineo, pero nosotros le vemos cazar un insecto "palo" o mantis, allá en lo alto, que presume en su pico durante breves segundos.
Llega en los meses de enero-febrero, permanece marzo y abril, y comienza a emigrar en mayo-junio, cuando llega la temporada de lluvia.
En primavera siempre se le podrá encontrar aquí, construyendo en parejas una bolsa colgante de gran tamaño y enorme altura donde la hembra pondrá sus dos huevos blancos y se quedará ahí a cuidarlos, mientras el macho sale a buscar la comida.
Inclusive cuando nacen los polluelos la hembra seguirá cuidando la casita, allende las alturas, en una gran colonia que, al parecer, sabe ser solidaria, y su canto pareciera, a ratos, una plenaria ruidosa donde no vale el orden ni los principios democráticos.
No se sabe si la pareja de oropéndulas son fieles e infieles, pero al menos tienen el sentido de la responsabilidad y mientras crecen los hijos permanecen juntos.
Elegir a la pochota o Ceiba más alta es estratégico, porque así se protegen de los depredadores, además de que estando en una poblada colonia, con picos rectos y duros, resulta ventajoso para evitar la presencia de intrusos.
PLANTAS CARNÍVORAS

Después de tomar cientos de fotos a la colonia de oropéndulas continuamos el viaje, pero pronto hacemos un alto.
Una planta carnívora aparece a nuestra vista.
Carnívora o no, así lo parece.
Un par de labios de mujer aparece en medio de un matorral, luego otro, y muchos más se interponen, amenazantes.
¿Cuántos varones habrán sucumbido ante un espectáculo así?
En el centro de los labios de mujer aparece algo que sin duda la planta anda engullendo. Verdad o mentira, por si acaso, abandonamos el área.
Al final llegamos a las lagunas de Santa Martha, un espectáculo lacustre en medio del bosque.
EL TEMIBLE POSHONTÉ
Pero siguen las emociones fuertes: Un árbol me impide el camino hacia el mirador.
Es el poshonté, según el guía.
Y que tenga cuidado, me advierte. "Es malo".
Si alguien se le acerca y lo toca, le salen granos, llagas.
Un joven, relata Don Ramón y confirma Don Enrique Ortega Morales, cortó varias ramas y lo llevó en medio de la leña, a la espalda, y al día siguiente amaneció con muchos granos y comezón en todo el cuerpo. Fue obra del poshonté.
Otros salieron afectados con sólo haberlo tocado, unos más por haber pasado cerca y mirarlo.
La sugerencia que hacen los guías, sin embargo, resuelve todo: no se le debe tener miedo. Con eso basta.
Y quien no le conoce no puede temerle, sin duda alguna.
Yo, por si acaso, decido pasar de largo y me subo a la lancha, sólo para detenerme a admirar otras plantas que asientan sus raíces en el fondo del lago y lanzan sus flores a la superficie.

Río Blanco, de aguas transparentes

martes, 11 de marzo de 2008

Proviene de los lagos de Montebello, baja por gravedad y nace en el ejido Río Blanco, municipio de La independencia.


El río no es blanco, pero sí muy limpio.


Después de navegar por vía subterránea nace aquí, en una cueva grande, al final de un peñasco alto, quizá de unos 40 metros de altura.

Al cerro se le ve cortado verticalmente.

Llegar de paseo a este lugar resulta fácil y disfrutar del agua dulce, clara y fresca, bien vale la pena.
Se debe tomar el auto en Comitán y encaminar sus pasos a Los Lagos de Montebello,
unos 36 kilómetros.

Una vez ahí se debe tomar la carretera fronteriza del sur, rumbo a Maravilla Tenejapa. 27 kilómetros y medio después se encuentra el ejido Francisco I Madero, municipio de Las Margaritas, y ahí mismo un desvío a Río Blanco, a mano izquierda, en carretera pavimentada, apenas 13 kilómetros.

Al pasar una escuela se ve una planada, de pasto natural, acompañada de un río de fuerte caudal.

Ahí se congregan cientos de paseantes en cada temporada vacacional, a nadar, jugar fútbol, voleibol y otros deportes.

Mientras unas personas cocinan al aire libre una mojarra o un bagre de buen tamaño, otros participan de la emoción de unas carreras de caballo. Corren las apuestas entre compadres o amigos.

Hacia arriba se encuentra la junta de dos ríos que le dan vida al río blanco.

Para don Guillermo Vázquez Alfaro, mi guía, son el río grande y el pequeño. A aquel se le ve nacer allá por la comunidad La Esmeralda, municipio de Las Margaritas; éste, el pequeñito, nace aquí mismo, en una cueva que se encuentra allá, en la sima de un alto peñasco.

Pero, justo aquí, en la confluencia de ambos, el paseante tiene la dicha de elegir entre uno y otro río para nadar o remojarse, aunque igual puede cambiarle ritmo a la vida poniéndose a pescar mojarras, sardinas, bagres o julines, cuchitos o cangrejos.

El río chico es de agua fría, el grande es de agua tibia, pero si el turista lo prefiere puede zambullirse donde se da la mezcla de ambos, propiamente en el Río Blanco.

Según don Guillermo el Río Blanco corre hacia abajo e irriga las tierras de varios ejidos y rancherías, y más tarde une su vida al río San Carlos, quien luego une la suya al Río Azul, proveniente de Guatemala, dando lugar así al Santo Domingo, de bellos colores.

Pero, en Río Blanco, el paseante disfruta también del campismo, natación o ciclismo, aunque los lugareños también le pueden ofrecer un buen paseo a caballo.

Río abajo, para los amantes de la aventura, se puede desafiar los rápidos para luego caer y nadar en las pozas tranquilas.

Siguiente el curso del río Blanco se encuentra también, a unos cuatro kilómetros, un verdoso espacio mejor conocido como Playa Azul, donde igualmente puede jugarse a la pelota, nadar, correr, saltar, pescar o enamorar a una chica.

Eso sí, hay que tener cuidado. Este río retozón alberga a una bella sirenita que luego aparece en la junta de los ríos, y, coqueta, llama a los chicos para luego sumergirse, reapareciendo más adelante, como atrayéndolos a las pozas más profundas.

Lo único cierto es que al Río Blanco hay que tenerle respeto. Diez personas, a los largo de 40 años, han perecido por bajar el nivel de alerta y caer, o por tomar trago sin invitar a los cuates, máxime en temporada de lluvias cuando el cauce aumenta su tamaño.

Tziscao, naturaleza en todo su esplendor.

lunes, 10 de marzo de 2008



DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES

A 53 kilómetros de Comitán se encuentra la laguna Tziscao, naturaleza en todo su esplendor, enclavada en la zona protegida del Parque Nacional Lagunas de Montebello, en el municipio de La Trinitaria.
Es una laguna de colores, que mide a lo largo casi 4 mil metros, de ancho mil 500 y con profundidades de hasta 70 metros, según nuestro guía.

Es una laguna mágica.
Basta mirarla para perderse en ella.
A lo lejos parece brillar, como un espejo; en medio ofrece un tinte añil y más cerca tonos verdes.

Parece, pues, un espejo multicolor, reflejando el cielo en un lado, los árboles, cerros y peñascos en otro.

La vegetación a su alrededor sigue creciendo, embelleciéndola cada vez.
Árboles de pino la acompañan a lo largo, de ciprés a lo ancho, y una gran variedad arbolaria entre unos y otros terminan la decoración del ambiente.

El Sol se convierte en un factor decorativo al mandar sus rayos ahí para darle algún matiz y brindarle un cálido recibimiento al paseante.

Según el visitante camine en un sentido u otro podrá ir descubriendo que esta laguna es no sólo bella, sino también coqueta.
Algunos patos nadan de un lado a otro, trazando líneas rectas mientras avanzan, buscando algún alimento, mientras la cámara insiste en su incesante clickear.
Un narcisista cerro asoma su rostro y se queda ahí, pasmado ante tanta belleza, y aunque mi cámara le sorprende en su autocontemplación no se inmuta, sigue, sigue mirándose a través de la laguna, también bella, aunque quizá ambos se miren entre sí, extasiados.
A la escena entra un blanco volumen de aire que se hace visible a lo alto, conteniendo una cantidad de minúsculas gotitas de agua o cristales de hielo. Pasan en ringlera, en doble fila.
Éstas también asoman su rostro a la laguna y se detienen un poco, también a contemplarse en la luna de abajo.
De pronto las imágenes se truecan en mito, imaginación o leyenda.
Un cerro enseña unos ojos feos, de miedo, grandes colmillos blancos y amenazantes, y una nariz achatada, también fea.

Aparece en medio del cielo y el lago, como un monstruo enorme, cruzado el centro de su cráneo por una flecha larga, enorme.

Decido entonces caminar hacia el sur, donde otro paseante encantado contempla el cielo del lago, y unas nubes corriendo en la misma dirección, en ambos planos.

Erick Morales López, un joven guía, se acerca a mostrarme la Isla de la Tortuga, la Isla Bola y la Isla Escondida, que embellecen más el panorama.

"En la Isla de la Tortuga hicieron ya un comercial con el actor Lorenzo Lamas, para una compañía licorera; utilizó dos balsas, hizo unas formas de karate, se tiró un clavado y dijo haber distinguido una manta al fondo de la laguna", relata.

Carpas de por lo menos 12 kilogramos, mojarras, sardinas, truchas y tilapias sí ha de haber encontrado en la bella laguna.


LAGUNA INTERNACIONAL...
Dejamos esta vista para caminar sobre el puente construido por los mayas, hace cientos de años, quienes dividieron con una chinampa la gran laguna de Tziscao, encima de la cual construyeron este paso, justo donde el nivel del agua bajaba y se hacía un estrecho.
Lo que encontramos de pronto es otra bella laguna, azul o verde, no se sabe, quizá de ambos colores.
Se llama así porque, precisamente, es partida en dos por una línea divisoria que dictaminó la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Guatemala.
Es una laguna con cuerpo de mojarra, cortada en dos por unas boyas, a pesar de las cuales sigue siendo bella.
Entonces decidimos caminar sobre la misma línea divisoria, unas veces siendo mexicanos en su propio territorio, otras como ilegales en Guatemala, y unas más con ambas situaciones migratorias.
Mi cámara, entonces, comienza a girar hacia uno y otro lado, atraída por ambas lagunas, igualmente locas.
Así aparece a la vista la famosa Isla de la Tortuga, con figura de reptil y caparazón, nadando hacia el sur, lentamente.

Mientras nosotros decidimos bajar para ir a nadar en la Playa Escondida, disfrutar brevemente de un paseo en kayak, practicar el tiro al blanco, y finalmente comer chinculguajes.

Rumbo al Velo de Novia y su Corona

lunes, 3 de marzo de 2008


Tzimol, Chis.- La caminata a las Cascadas El Chiflón continuó el 1 de marzo, en esta ocasión teniendo como guía a un socolteco, Ramón José Luis Cordero Torres, ya que cada vez más estamos acercándonos a territorio de Socoltenango.

Vamos rumbo a las Cascadas El Chiflón, para admirar desde arriba a las cascadas La Corona y Velo de Novia, encantadora la primera, mágica la segunda.

Es el río San Vicente, el que nace en Tzimol y desemboca en la presa La Angostura, cruzando primero una cañada y luego un largo cañón.

Iniciamos el trayecto donde un puente colgante hecho por el hombre permite cruzar el río de una lado a otro, bajo una espesa arboleda.

Los helechos y cipreses estaban ahí, decorando el panorama los primeros, ofreciendo fresca sombra los segundos.

El río, mientras tanto, sigue mostrando el camino, cada vez más hondo, cada vez más fuerte.

Mientras el Sol despliega un juego de colores a lo largo de la vera, jugueteando con el río y sus pequeños chiflones, de escasos centímetros, por ahora, pues el terreno es plano.

Más tarde se complica el avance.

El río se torna profundo, no se puede cruzar al otro lado donde pareciera más favorable, tampoco avanzar en la orilla ni saltar sobre las piedras. Es preciso subir al cerro, donde la maleza impide dar un solo paso, como si tuviera voluntad y quisiera proteger al San Vicente de los intrusos de la ciudad.

El joven río, sin embargo, sigue su ritmo, en eterno movimiento. De hecho es cada instante distinto. Mientras él avanza veloz, nosotros peleamos contra la hierba y el bejuco, avanzando paso a paso, machete por delante, unas veces para cortar las ramas con espinas, otras para ahuyentar alguna culebra.

Las aves modulan, vuelan, revolotean a cada paso. Advierten al mundo animal de nuestra presencia, como lo hicieron también las plantas desplegando en el ambiente sus olores.

Evitamos cortar las plantas, aún la maleza, para no devastar al San Vicente.

Un joven sabino se hace presente. Tiene tallo de un metro, cuando mucho, y aún es delgado; sus ramas se extienden a los lados, quizá de dos metros. Su sombra es incipiente. Pero sigue la costumbre de vivir en pleno río, retando a la corriente.

El río también muda sus colores, camino hacia abajo se torna verde, en los rápidos es blanco, en lo profundo y despejado adopta el azul del cielo.

La vegetación sigue siendo espesa, los árboles altos. Uno de ellos decidió inclinar su tallo para cruzar el río o ayudar al paseante a cruzarlo, quedando a dos metros de altura, aproximadamente.

Finalmente llegamos a donde teníamos planeado, una breve llanura donde hay un puente de madera y un letrero que dice: “Propiedad Privada. Aventuras del Campo, A.C”.

Es un tramo donde se construyen palapas, albercas, campos de fútbol y baños. Ahí podrán acudir quienes amen a Dios y a la naturaleza, para romper la rutina y quizá, hacer cambios en su estilo vida, reflexionando sobre la ruta que han seguido y deben seguir en lo sucesivo.

No importa la denominación religiosa evangélica, pero sí respetar la flora y la fauna, según explica el pastor Zenaido Cifuentes, quien hace la invitación a todo el pueblo cristiano evangélico para realizar aquí sus retiros, campamentos, convenciones juveniles, entre otros.

Justo aquí suspendemos la caminata en su tercera etapa.

Salimos a la carretera y miramos el tramo del cañón que nos espera, de un río que sigue su curso rumbo al Velo de Novia y su Corona.

Llegaremos algún día.

RECORRIDO EN LANCHA para llegar a LAS PALMAS (Municipio de Acapetagua) -1_2-