Las Guacamayas


Las Grutas de Teopisca, Chiapas

martes, 27 de noviembre de 2007



A unos minutos de la cabecera municipal de Teopisca, Chiapas, México, se encuentran las Grutas de Teopisca, llamadas, por algunos, Las Grutas del Obispo.

Tiene una amplia entrada, llamativa, a la vista del viajero. Descubrirla no fue lo más difícil.

Se encuentra rodeada de árboles, entre especies de pino, encino, ciprés, entre otra gran cantidad de árboles.

El misterio se abre al entrar, la profundidad y formaciones rocosas parecieran remitirnos a lo desconocido. No es común estar frente a cuevas de este tipo.



Sin embargo a los ojos del visitante aparecen dos pequeñas escalinatas, como para ir entrando en confianza. Al menos nos da una certeza: antes que nosotros ya han entrado al lugar otras personas.

Pero al fondo sigue el misterio, se escucha la presencia de una variedad de aves, que revolotean al avavzar el paseante, no se sabe si para darle la bienvenida, o para decirle que no desean la presencia de intruso alguno. Bueno, ni intrusas.

Es una gran cueva, una sima, con una galería de figuras caprichosas: “el trono maya”, “el camello”, “la serpiente”, entre otras.




En medio pareciera estar esperando al paseante un tipo silencioso, pétreo, de una estalagmita que lleva siglos ahí, en proceso de formación, gracias al agua que se filtra a través de fisuras de la cueva y se abre paso, descendiendo hasta el piso con una importante cantidad de las sales minerales.

Obviamente la presencia del agua se da gracias a la influencia benefactora del bosque de coníferas, con solvente presencia en el lugar; en la medida en que éstos vayan perdiéndose la cueva dejará de formar esas extrañas figuras que ahora sorprenden toda lógica humana.

Y, casi siempre, en el cenit de una estalagmita aparece una estalactita, en permanente crecimiento.

Nacen de una misma gota, o de un mismo gotero. Una crece hacia arriba, la otra hacia abajo, como deseando el encuentro.


Cuando las dos formaciones se tocan entre sí se da aparece una figura nueva, se trata de una columna de extraña forma, que sigue creciendo, ahora a los lados, como engordando.

En Las Grutas de Teopisca hay estalagmitas de uno, dos y tres metros; algunas, convertidas ya en grandes pilares, tienen una longitud de uno o dos metros.

La Altitud de la cueva es de aproximadamente unos 20 metros; avanzar requiere de mucha precaución, nadie sabe a ciencia cierta qué se puede encontrar el pie en el camino. Tampoco puede predecirse a donde alcanza la profundidad; el eco se hace presente, avanzar sin lámpara es difícil, mientras más se avanza hacia adentro la visibilidad se va haciendo menos, después imposible.

El murciélago pareciera asechar, los hay frugívoros y nectarívoros, también cangrejos y lagartijas, entre la diversa fauna que encuentra ahí su mejor refugio.



De preferencia hay que llevar una lámpara, de carburo o eléctrica, también un casco, botas.

Esta vez el reportero sólo fue acompañado de sus hijos, Eduardo y Deni, quienes debieron quedarse a mitad del camino, para no exponerlos.

Avanzar a profundidades mayores hubiera requerido de mejor equipamiento, el apoyo de algún espeleólogo.

Al turista se le recomienda acudir en compañía de algún lugareño, conocedor del lugar, para mayor seguridad.

El lugar sigue siendo bello, fresco, arbolado.

Vale la pena conocerlo.

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