Las Guacamayas


Las Islas de Nuevo San Juan Chamula

domingo, 23 de septiembre de 2007



Las Margaritas, Chiapas, 01 de junio del 2005.- A 4 kilómetros de Nuevo San Juan Chamula, por una terracería recientemente revestida, están las Islas de Nuevo San Juan Chamula, el cancún de Las Margaritas.

Hasta allá se llega por la carretera fronteriza del sur, a 95 kilómetros de Comitán, cuando mucho una hora y media de camino, en coche.

Llegar a ese paraíso terrenal incluye también el derecho de admirar los altísimos árboles de caoba, cedro, ceibo, zapote, palo quemado, donde el paseante con suerte puede también apreciar a un venado, tepezcuintle, jabalí, coche tamborero, armadillo, tigrillo, tejón, iguanas y garrobos, o aves exóticas como los loros, gavilanes, tucanes, entre otros.

En un clima cálido húmedo, a unos cinco kilómetros río abajo de las Cascadas de Nuevo San Juan Chamula, en el mismísimo Río Santo Domingo: multicolor, bello.

Diversidad de Islas y colores…

Al arribar se encuentra una primera playa, extensa, con aguas que llegan a las rodillas, y cruzando éstas el paseante arriba a la primera isla, recientemente bautizada con el nombre de Isla Recreativa, llamada así por sus múltiples balnearios naturales, de distintos tamaños, profundidades y colores.


La Isla Recreativa no es muy grande, sus extensiones son de aproximadamente 50 metros de largo por 15 de ancho, en promedio, pero de exuberante vegetación tropical, con espacios sombreados propios para hamaqueros.

Cruzando este pequeño islote y atravesando puentes de madera o saltando de piedra en piedra se arriba a la Isla de las Palmas o Ramush, con una hectárea de tierra firme, rodeado igualmente de una gran cantidad de balnearios y playas para nadar, echarse el clavado o pescar con el anzuelo. Toma su nombre de la gran cantidad de palmas o ramush, dicho en tzotzil.


En seguida el turista tiene la opción de adentrarse a una isla igualmente bella, conocida con el nombre de la Isla de los Patos, por la gran cantidad de patos de agua que ahí se encuentran, de una extensión de 100 metros de largo por 40 de ancho, aproximadamente.

Mientras fotografía a los patos o continúa con los chapuzones, el turista puede cruzar hacia el otro islote, con una extensión de dos hectáreas aproximadamente y 200 metros de ancho, bautizado por las autoridades como la Isla del Ceibo, de unos 50 metros de alto.

La siguiente isla se llama Castillo Tiellemans, en honor al nombre del ejido con el que colinda este islote, donde precisamente aparece la línea divisoria entre los municipios de Las Margaritas y La Trinitaria, famosa ésta por su gran cantidad de atractivos turísticos naturales.

Ya para finalizar el recorrido se accede a la Isla El Encanto, que, al igual que los otros, tiene en su interior gran cantidad de árboles frutales como el zapote, la anona, el chicozapote, el de la aromática pimienta, las hermosas flor pajalmomol y el concón, sus miles de mariposas, los caminitos de la hormiga arriera, las chicharras, entre otros.
Diversidad de Islas y colores…


Al arribar se encuentra una primera playa, extensa, con aguas que llegan a las rodillas, y cruzando éstas el paseante arriba a la primera isla, recientemente bautizada con el nombre de Isla Recreativa, llamada así por sus múltiples balnearios naturales, de distintos tamaños, profundidades y colores.

La Isla Recreativa no es muy grande, sus extensiones son de aproximadamente 50 metros de largo por 15 de ancho, en promedio, pero de exuberante vegetación tropical, con espacios sombreados propios para hamaqueros.



Cruzando este pequeño islote y atravesando puentes de madera o saltando de piedra en piedra se arriba a la Isla de las Palmas o Ramush, con una hectárea de tierra firme, rodeado igualmente de una gran cantidad de balnearios y playas para nadar, echarse el clavado o pescar con el anzuelo. Toma su nombre de la gran cantidad de palmas o ramush, dicho en tzotzil.

En seguida el turista tiene la opción de adentrarse a una isla igualmente bella, conocida con el nombre de la Isla de los Patos, por la gran cantidad de patos de agua que ahí se encuentran, de una extensión de 100 metros de largo por 40 de ancho, aproximadamente.

Mientras fotografía a los patos o continúa con los chapuzones, el turista puede cruzar hacia el otro islote, con una extensión de dos hectáreas aproximadamente y 200 metros de ancho, bautizado por las autoridades como la Isla del Ceibo, de unos 50 metros de alto.

La siguiente isla se llama Castillo Tiellemans, en honor al nombre del ejido con el que colinda este islote, donde precisamente aparece la línea divisoria entre los municipios de Las Margaritas y La Trinitaria, famosa ésta por su gran cantidad de atractivos turísticos naturales.

Ya para finalizar el recorrido se accede a la Isla El Encanto, que, al igual que los otros, tiene en su interior gran cantidad de árboles frutales como el zapote, la anona, el chicozapote, el de la aromática pimienta, las hermosas flor pajalmomol y el concón, sus miles de mariposas, los caminitos de la hormiga arriera, las chicharras, entre otros.


Volver a tierra firme…


Para llegar a tierra firme, al estacionamiento, se tiene que cruzar sobre un profundo y azulado gajo del río, sobre un puente de madera, hecho con trozos de árboles y bejucos, caminando medio kilómetro por la ribera del río con sus cuevas de armadillo y hoyos de tuzas, que se cuentan en cientos.

Después del largo recorrido por las seis islas de Nuevo San Juan Chamula el turista puede disfrutar de los cientos de balnearios, pozas, remansos, playas.

Un paraíso prometido por Dios…


La temperatura del agua es ideal, soñada. Lo mismo puede disfrutarla un bebé o un anciano, sin riesgos de ningún tipo.

Sumergirse ahí, cual sirena o tritón, es un buen remedio para el estrés. Hay quien dice que cura de cualquier enfermedad.

Pero basta con sentir el paraíso prometido por Dios, con su Eva el varón, o con su Adán ella, y la prole si ya son muchos los hijos de ambos.


Después de largas horas de varios chapuzones, cuando la piel de los dedos de manos y pies se ha arrugado, salir a los arenales resulta a gloria.

Y, en familia o entre cuates, hacer la fogata es igualmente emocionante, con las convenientes medidas preventivas para evitar incendios, por supuesto.

A los pocos minutos ya la comida estará lista, incluyendo un buen caldo de pescado.

VELO DE NOVIA

domingo, 16 de septiembre de 2007



Socoltenango, Chiapas.- Una abrupta caída de agua de más de 70 metros es la maravilla natural conocida como “Velo de Novia”, ubicado en los linderos de dos municipios de Chiapas, México, en la región fronteriza.

Es el Río San Vicente que eligió un sendero con descensos espectaculares y, además, separar a los municipios chiapanecos de Tzimol y Socoltenango.

Esta vez el recorrido al Centro Ecoturístico “Cascada Velo de Novia”, se hizo en el lado que se encuentra en la colonia El Sabinal, municipio de Socoltenango, para seguir la aventura y la contemplación de los bellos paisajes de la geografía chiapaneca que, en este caso, inicia en el sitio conocido como “La Mesilla”.


Son, de hecho, seis verdes hectáreas de terreno al margen del río San Vicente y se ubica en el tramo carretero de Tuxtla Gutiérrez-Comitán, a 146 kilómetros, utilizando la vía de la Angostura; pero igual puede tomarse la autopista, por San Cristóbal, llegar a Comitán y, de aquí, recorrer escasos 34 kilómetros rumbo a Socoltenango o Tzimol.

Desde el principio del recorrido de 1.5 kilómetros aparecen los frondosos árboles; sus frescas sombras alcanzan gran altura, y están ahí, junto a otros, pequeños, jóvenes, retozones y traviesos; algunos, inclusive, osan cruzar con su ramaje al otro lado del San Vicente, como invitando al turista a hacer lo propio.

Siempre acompañados del trinar de las aves que está ahí en millones porque es su modo de vida, los chiflones comienzan a caer frente a los ojos, fuertes, ruidosos, con música de viento.
A los lados aparecen también varias palapas hechas de palma y madera, un restaurán con comidas regionales y aguas frescas.


Más adelante una cafetería y otras palapas hamaqueras, una pared de escalar y varias zonas propias para el descanso o para instalar alguna casa de campaña.


Avanzar no implica riesgo alguno, más bien es una caminata saludable sobre un camino ya bien elaborado.

Los andadores son amplios, seguros, a ratos el terreno es plano, pero las más de las veces es ascendente, como exigiendo mayor esfuerzo físico.

De repente, aparecen a la vista árboles que han caído por lo viejos, perdieron fuerzas y sucumbieron, e invitan a tomar con ellos el descanso.

La blanca espuma sigue su caminar perenne y contrasta con lo verde, a distintos tonos, de las hojas de la arboleda de tallos oscuros

Abunda el sabino, como aquel donde lloró un español en aquella noche triste luego de una merecida derrota.

Mientras uno descansa contempla una decoración perfecta, divina, y la belleza aumenta cuando el río San Vicente azota con toda la fuerza que genera la caída libre del agua por la fuerte pendiente.

Gran cantidad del agua azotada fieramente en el chiflón se levanta, desafiando las leyes de la gravedad y alejándose, tomando un camino rumbo al cielo.

Una nube parece levantarse del río convertido ahora en brisa que irriga a toda la flora y la fauna y a los visitantes.

No hay necesidad de bajar a exponerse a las frías y fuertes corrientes del San Vicente, porque la brisa llega al visitante, enjugándole el rostro.

Mientras, el azul cielo aparece en este tramo intenso y sereno, testigo fiel del bello espectáculo natural del agua azotándose sobre las rocas.
Así se avanza, poco a poco, pasando de un mirador a otro, respirando la brisa, saboreando la espuma.
De repente otros paseantes que decidieron aventurarse a cruzar frente al velo de novia surcan en el espacio frente a nosotros, utilizando la tirolesa.

Es una invitación a concluir la llegada al “Velo de Novia”, la abrupta caída de agua de 70 metros, que luego se asemeja más al vestido de ella o a la novia misma, donde la primavera se antoja eterna.


Aquí los rayos de Sol caen y se descomponen en trazos curvilíneos y de múltiples colores.

El paseante puede elegir entre tomarle una foto al arco multicolor o intentar separar las franjas para llevarse una a su jardín.


Cuando el rabo de una nube tapa al Sol la mirada vuelve al chorro de agua del Velo de Novia que pareciera caer del mismísimo cielo, sobre todo porque la nube blanca está ahí, en el punto exacto donde inicia la caída libre del gran chiflón.

Así, el velo pareciera caer del cielo cuya nube se desparrama y llega al San Vicente sin pasar por todos los procesos de enfriamiento y condensación.

La caminata, de hecho, termina aquí, aunque todos quisieran seguir en su admiración.
De hecho sólo en época vacacional los guías y responsables del área ponen un límite de tiempo para que los miles de paseantes tengan, todos, la misma oportunidad, en breves minutos, de admirar a la novia, su velo o vestido, como guste la imaginación.

De tal modo que si el visitante no osó surcar el aire frente a la novia y su velo, usando los hilos de la tirolesa, deberá iniciar la marcha de regreso, por los mismos andadores, ahora en descenso de escaso kilómetro y medio, mientras los más osados los esperarán allá abajo, con ganas de contarle las emociones vividas en su propio trayecto.

Otros, los más osados, quizá sin la anuencia de los vigilantes, osan tomar un sendero más complicado en camino ascendente, rodeando al cerro de 70 metros de donde surge el chorro de agua convertido en novia, o en velo, o en ambos.

La caminata aquí se torna más interesante.

Quizá pensando en el futuro los trabajadores de la Sociedad de Solidaridad Social “Cascada del Velo de Novia” han colocado lazos que permiten avanzar el empinado trayecto, poquito a poco, para ir acondicionando un nuevo mirador y nuevos andadores.

Es preciso tener mejor condición física para continuar por este camino, o bien avanzar algunos metros y en algunos recodos descansar unos minutos, mientras la respiración y el corazón agarran su ritmo normal.

El Velo de Novia o la novia va quedando atrás, aunque en algunos tramos se le ve más cercana, aunque la espesa arboleda no deja mirarla toda, pero sí escuchar su canción eterna.

Al llegar arriba, un poco exhausto, el paseante alcanza la recién bautizada como “Cascada La Corona”, la primera de arriba abajo.

Ahí parece convertirse en realidad la leyenda del encanto de una sirena que habita en este lugar.

Pero en realidad la sirena no te encanta, ni su canto, sino el murmullo del cielo con las golondrinas en miríadas decorando el velo, la corona o la novia, blanca toda, como espuma.

Aquí el chiflón y la peña juegan al eco.

Y si bien mirar la nueva caída de agua te arroba, dirigir el cuerpo y la mirada hacia abajo te espanta, razón por la cual el área ha sido ya delimitada.

Aquí el chiflón nos queda mucho más cercano; por eso al voltear hacia abajo la sensación es que el chorro inmenso se nos viene sobre la cabeza y espalda y que habrá de convertirnos en espuma o en nada.

Aquí la razón y la emoción chocan y se esfuma la noción del tiempo, y hasta los sentidos se pierden poco a poco hasta dejarnos sólo los que permiten el disfrute del espectáculo de la natural caída de agua.


Aquí las aves elevan su cántico a Dios y la brisa es eterna, surcando, bella, el límpido cielo.
Aquí un rabo de nube coquetea y te invita a seguir disfrutando, para siempre, el velo, el vestido, la novia o su corona, según la imaginación lo prefiera.

Centro Ecoturístico Embarcadero Jerusalem, en las Margaritas

martes, 11 de septiembre de 2007

Las Margaritas, Chis., 09 de junio de 2005.- El Embarcadero Jerusalem es un centro ecoturístico ubicado en el municipio de Las Margaritas, en la carretera fronteriza del sur, muy cerca de Maravilla Tenejapa, a la espera de la vista del turista nacional y extranjero.

Se encuentra asentado sobre la ribera del multicolor río Santo Domingo, cuyo cause y la vegetación circundante son los principales atractivos turísticos, donde el visitante puede practicar la natación, buceo, caminata, senderismo, navegar en cayuco, además de la práctica del raffting, fotografía, entre otras actividades.

El Río Santo Domingo…

El río Santo Domingo, en este lugar, cuenta con playas, balnearios naturales, pozas profundas que van de 8 a 10 metros y otras con menos profundidades, en un cause de 120 metros de ancho.

Desde el puente Santo Domingo, desde donde se puede avistar la belleza del colorido río y la exuberante vegetación, el paseante puede elegir la opción de navegar río abajo o caminar por las orillas, en un aproximado de mil metros. Ahí comienzan los vistosos rápidos y caídas de agua de uno a dos metros.

La cantidad de peces y diversidad de especies constituye otro de sus atractivos naturales, pues ahí se encuentran mojarras, sardinas, bagres, cangrejos, piguas, tortugas, etcétera.

Río arriba son disfrutables unos 2 mil metros de senderos por donde se pueden encontrar animales exóticos con el mono araña, saraguate, tejón, venado, tigrillo cangrejero, jabalí, sensos, tejón, mapache, mico de noche, zorros, Tepezcuintle, el tapir, entre otros.

De las aves exóticas del lugar son apreciables el tucán, loros, pericos, pava, pavo real, paloma, gavilán blanco, gavilán negro, quienes conviven junto a los helechos y orquídeas que se encuentran en miles en el lugar.


Para los practicantes del raffting navegar río abajo el Santo Domingo implica también la oportunidad de arribar, apenas 12 kilómetros después, de las fantásticas aguas de Causas Verdes Las Nubes, otro centro ecoturístico bastante desarrollado e igualmente visitado por el turista nacional y extranjero.

Los servicios…

En el Embarcadero Jerusalem, perteneciente al ejido del mismo nombre, los 110 socios del centro ecoturístico cuentan ya con los servicios de restaurante, donde pueden solicitar los alimentos típicos de la región y demás antojitos.

Desde su amplio estacionamiento se puede apreciar la belleza del colorido cauce, mientras elige cualquiera de la 11 palabras unifamiliares y, si lo requiere, utilizar la palapa de usos múltiples, propio para reuniones, eventos sociales, fiestas de cumpleaños, asambleas, entre otros.

Aquí, normalmente, es el lugar donde estudiantes y profesores de distintas escuelas de nivel medio y superior sostienen sesiones de acuerdos antes de pasar a tomarse la fotografía de generación, acompañados del guía de turistas quien orienta y sugiere sobre los puntos más estratégicos para ese fin.

Las Islas de Jerusalem

Pero, además de contar con una gran cantidad de lugares donde acampar, realizar la fogata y preparase los propios alimentos y así le profiere, el turista también tiene la opción de navegar en cayuco, solicitándolo en renta en el restauran.

En esta alternativa el guía lo dirige, primero, a visitar los rápidos que se forman en este tramo del río Santo Domingo, muy cercano al puente del mismo nombre.

Después, dirigirse a la Isla de Las Garzas, de unos 20 por 60 metros, convertida en santuario de estas aves a donde acuden a comer, anidar o descansar

La siguiente para es en la Isla de Las Orquídeas, que toma su nombre por la gran cantidad de estas flores que adornan el pequeño islote, con un ancho de 40 por 200 metros de largo, ideal para la práctica de la fotografía.

La siguiente se llama Isla de Las Caobas, donde el turista conoce de cerca el alto árbol de madera preciosa y frescas sombras. Este es el más grande de los islotes, pues mide 50 de ancho por 500 metros de largo, y finalmente la pequeña Isla del Cangrejo, por la gran cantidad de estos animales que durante la noche asoman de las cuevas.

En cada una de las islas se encuentra una vegetación abundante, con arboleda propia de la selva tropical, senderos por donde caminar, y hamaqueros dispuestos para un reconfortable descanso

La ruta para llegar…

El Embarcadero Jerusalem forma parte de un recorrido turístico que inicia en Comitán, continúa por Trinitaria con la Zona Arqueológica Chinkultic, luego el Parque Nacional Lagunas de Montebello con sus 59 lagos, tomando la carretera fronteriza del Sur, a menos de dos horas de la Ciudad de las Flores, tierra del Dr. Belisario Domínguez y Rosario Castellano

Antes de arribar a este lugar se encuentran las localidades de Amparo Agua Tinta y Nuevo San Juan Chamula, con sus 6 islas e impresionantes cascadas, además del ejido Nuevo Huixtán, rico por sus tradiciones culturales.


Durante los períodos vacacionales al Embarcadero Jerusalem arriban unas 6 mil personas en mil 500 unidades de transporte, mientras que en el mes de agosto el número de visitas es de 2 mil turistas entre nacionales y extranjeros.

Durante el resto del año normalmente arriban al centro vacacional un promedio de 20 personas, particularmente los fines de semana, bien atendidos por los prestadores de servicio y socios del centro ecoturístico Embarcadero Jerusalem, quienes reciben capacitación por la Secretaría de Turismo estatal.


Ejido Jerusalem…


Los más de mil habitantes del ejido Jerusalem provienen, en su mayoría, del municipio de Tenejapa, de lengua tzeltal. Es la lengua materna del lugar, pero igualmente hablan el español, sin haber abandonado las tradiciones culturales que les permite su identidad.


Antonio Hernández Gómez, uno de los socios activos del Embarcadero Jerusalem, cuenta que en el año de 1966 sus padres abandonaron Tenejapa porque supieron de la existencia de estas pródigas tierras donde podían trabajar y construir su propio futuro, en base al trabajo y la unidad.


Aunque apegados profundamente a las labores de la agricultura, hoy encuentran en el Proyecto Ecoturístico Embarcadero Las Nubes una alternativa para la diversificación de su economía, pero sobre todo para la protección de la flora y la fauna del lugar, de gran atractivo.


Saben que el cuidado del medio ambiente es la opción más importante del grupo solidario para la atracción del turista y la llegada de recursos económicos para sus integrantes, y a ello encaminan sus esfuerzos.


De hecho, entre las recomendaciones a los paseantes se dan explicaciones de caminar sin destruir las flores, arbustos y árboles frutales o maderables, el respeto a las especies animales, un aprendizaje necesario para la conservación de la vida en el planeta.

De las Montañas de Guatemala, al Cañón del Sumidero, al Golfo de México

lunes, 3 de septiembre de 2007




Nace en las montañas de Guatemala y desemboca en el Golfo de México. Es el río Grijalva que, a lo largo de su recorrido, abastece a las presas de La Angostura, Chicoasén, Peñitas.

Es cada instante distinto, pero impresionanantemente bello, también a cada instante.

En su recorrido encuentra distintos lugares y a variada gente, por lo que toma diversos nombres, según los pueblos y lenguas que lo bauticen.

El tramo más impresionante del Grijalva inicia en Cahuaré, al pasar la colonial Chiapa de Corzo.

Ahí, lo que otrora fue un río innavegable, ahora lo zurcan centenares de lanchas panorámicas con miles de paseates, nacionales y extranjeros.

Fue gracias a la construcción de la presa Chicoasén, a cargo del ingeniero Manuel Moreno Torres, que el Grijalva subió de nivel y, así, permitir la navegación.

Un aproximado de 200 metros subió este río, cerro arriba, sepultando casas, templos, escuelas y todo lo que halló a su paso, incluyendo al extinto Usunacinta, cuyo pueblo debió emigrar a zonas más altas, donde no los alcanzaran las poderosas corrientes del Grialva.

Aún así, del nivel actual del portentoso río a la parte alta de los cerros que lo escoltan la distancia es superior a los mil metros.



Y, si recorrer su cause en este tramo es expectar algo sencillamente maravilloso, admirarlo desde las alturas resulta verdaderamente irrepetible, único en el mundo.

Desde la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, irrumpiendo en el cielo chiapaneco, emerge el cerro imponente, cual vigía que no duerme, como lo describiera el poeta chiapaneco, Enoc Cancino.

El camino hacia el norte que conduce a esa maravilla natural se alarga hasta los 18 kilómetros a pesar de estar mucho más cerca, ello debido a lo empinado del terreno.

Tal geografia sólo podía ser conquistada así: a tentativas, como rindiéndole tributo, a través de trazos horizontales, osando avanzar en línea vertical apenas unas centenas de metros, so pena de regresar hasta el punto de partida y besar la tierra para siempre.

Así, poquito a poco, se llega en auto al primer mirador, de los cinco disponibles al turista, no sin antes admirar una diversisad de fauna terrestre que osan cruzar el camino, durante el trayecto.

También asoman a la vista cientos de árboles de framboyán, contrastando el color naranja y rojo de sus hojas, con el verde de la arboleda propia del clima tropical.

Al llegar al primer mirador el visitante encuenta la rica sombra de una frondosa ceiba, de donde, por cierto, toma su nombre el lugar.

Empero, nadie se detiene a reposar bajo sus ramas, que luego retienen al viento para mayor disfrute del paseante.

Es mayor la atraccion que ejerce el Gran Cañón del Sumidero, esa mal llamada falla geológica que ofrece paredes verticales de hasta mil 200 metros de altura y cuya edad acanza los 12 millones de años. El ancho del cañón varía entre 1 y 2 km.

En el Mirador La Ceiba se comienza a admirar este río que recorre la depresión central y meseta central, pasando por las Sierras del Norte, el mismo que desciende la llanura de Tabasco hasta unirse al río Usumacinta y, juntos, desembocar en el Golfo de México.

Después de dejarse conquistar por el Gran Cañón en esa parte inicial, aun no tan elevada, se retoma el camino cerro arriba, a 30 ó 40 kilómetros por hora, a fin de detenerse a admirar, por ejemplo, una iguana o gato de monte que osan cruzar frente al paseante, como diciendo “estos son mis dominios”, delimitnando y, aún, presumiendo su territorio.


O bien esperarse a conocer un hocofaisán, mono araña, ocelote, tepezcuintle o venado cola blanca. Al estar en su hábitat natural y libres aparacen cuando así se les antoja, no cada vez que se le quiera ver, pues no están en ninguna jaula o prisión.

Si sólo caminar en el bosque y guardar un poco del cielo de Chiapas en los pulmones es un buen regalo, coincidir en el camino con una de estas especies es un extra que pocas veces y no en todas partes se suele presentar.


Esto, sin embargo, puede darse en el trayeto del anterior al Segundo Mirador, La Coyota, donde ya, por cierto, se puede apreciar la formación conocida como El Escudo de Chiapas, dos impresionantes cortes verticales a sendos cerros, adornados de cactus, helechos e, inclusive, árboles caprichosos que, pudiendo nacer, crecer y reproducirse en cualquier parte, quisieron hacerlo aquí, justamente, y ser parte del paciente y eterno vigía que no duerme.


En el Mirador El Roblar se camina por un sendero de aproximadamente 360 metros, debajo de las sombras de una arboleda de selva mediana que incluye bromelias, café, amates, entre otros.

El precipicio hacia abajo alcanza los mil 200 metros sobre el nivel del río.


Mirar hacia el fondo es dejarse arrastrar por la pendiente, que el agua ha erosionado con el tiempo, embelleciéndolo. Lo acompaña una zona de vegetación selvática muy rica, donde habitan monos araña y especies en peligro de extinción.

Un peñazco enorme se interpone a la vista, el recorrido de las lanchas panorámicas que van río abajo se interrumpe por el cerro, que se convierte en motivación para seguir hacia los demás miradores, siempre hacia arriba.


El Tepehuaje, el cuarto mirador del recorrido, es por demás atractivo. La estampa es soberbiamente bella. Las vistas son imponentes. El Grijalva enseña desde el Tepahuaje dos tramos curvos, con vegetación abundante hacia cualquiera de los lados.


Alcanzar el Quinto Mirador es asomar al cielo. Dios quiso a sus hijos de esta tierra, es evidente, y agradecerle el regalo convertido en un gran cañón es admirar la estampa sin contaminar el ambientel.

Que si los chiapanecos se sienten orgullosos de esta maravilla aquí dejada por Dios puede verse al leer en una placa en el quinto mirador, donde además está un restaurante donde se puede comer deliciosos platillos regionales.


La placa reza:
“Sumidero. Aquí luchó la patria con la patria, en la génesis gloriosa de la historia.
Aquí brotó la raza por la raza, coronando sus sienes con la gloria.
En tu cañón retumba la esperanza de un pueblo que tramonta el pensamiento.
Una nación que forja a cada paso el símbolo grandioso de su encuentro.
Aquí brota la esencia de lo nuestro entre grutas, alturas, precipicios.
Para cantar evidencias a los indios aquí corre el caudal de nuestros siglos.
César Pineda del Valle.
Octubre de 1999”.
¿Iría este señor hasta allá para mirar de cerca de la luna de octubre? Quién sabe, pero escribió bonito.
Otra placa reza:
A Eduardo J Selvas por su oración del indio
“Sumidero.
En medio de tus brazos sumidero
Ha palpitado mi pecho con lo eterno
Bien podrán los cataclismos traicioneros
Mancillar el portento de tus cerros
Que de hinojos por tu gloria los humanos
Serán eco del clarín de tus guerreros
Y en la vida que tramonta las edades
Más allá de las noches de los males
Ha de ser la eclosión de mis cantares
Palpitar de los Chiapas y tu nombre
Gumaro”
Cómo no inspirarse aquí, ante la vista panorámica más impresionante del Cañón del Sumidero, conquistado por el grupo explorador “Pañuelo Rojo” en 1960, cuando la distancia hacia el río desde aquí era superior a los mil 400 metros de altura y el recorrido era sólo posible para deportistas exremos, capaces de mirar cara a cara a la muerte.

RECORRIDO EN LANCHA para llegar a LAS PALMAS (Municipio de Acapetagua) -1_2-