Las Guacamayas


Cascadas El Chiflón, una maravilla para el mundo

martes, 23 de octubre de 2007




Tzimol, Chiapas.- “Velo de Novia” es una majestuosa caída de agua de 120 metros de altura; forma parte de una serie de 8 cascadas de “El Chiflón”, centro turístico ubicado en el municipio de Tzimol.

El río San Vicente, que tiene su origen en el lugar conocido como Ojo de Agua, en la cabecera municipal de Tzimol, en su trayecto hacia la Depresión Central forma cascadas dentro de las que destacan cuatro, de las cuales una tiene una aproximación de 120 metros altura, formando varias figuras, un atractivo natural y turístico.

Esta maravilla de la naturaleza se encuentra a 32 kilómetros de la cabecera municipal de Comitán y forma parte del recorrido turístico Depresión Central Camino Real, Siglo XVI, que incluye Copanaguastla, Ojo de Agua y La Rejoya.

Se llama “El Chiflón”, pero tiene muchos chiflones; su murmullo se oye a lo largo de los 970 escalones que conducen hasta el Velo de Novia, admirado por alrededor de 50 mil visitantes, nacionales y extranjeros, tan solo en el periodo vacacional de Semana Santa.

80 vigilantes cuidan la seguridad de los cerca de mil turistas que, diariamente en este período, arriban al lugar que oferta diversidad de servicios.

Genaro Jiménez Cantoral, de la Sociedad Cooperativa San Cristobalito, enseña orgulloso los cientos de senderos que nos salen al paso; éstos van desde los andadores a las cristalinas aguas del Río San Vicente, luego convertidas en verde turquesa, conforme aumenta su profundidad.

A lo largo de todo el trayecto, desde que inicia el recorrido, se disfruta del mágico canto de las aves.

“Es un lugar de ensueño, ideal para traer a la novia en luna de miel y descubrir juntos, al día siguiente, la increíble belleza de una verde mañana”, expresa, poético, Jiménez Cantoral.
De las ocho cascadas se encuentra, primero, “El Suspiro”, de unos 25 ó 30 metros de altura, y el nombre parece derivar de esa reacción natural del cuerpo cuando el hombre se enfrenta a lo sublime.

Más allá aparece el “Ala de Ángel”, la segunda cascada anunciada, de unos 60 ó 70 metros de altura.

Tres Caídas, de tres metros cada una, es el siguiente espectáculo natural que ofrece al turista el Río San Vicente; éste, por cierto, descarga con sus macabíes en el Río Grijalva, en la Presa de la Angostura, pero aquí, maravilla al visitante.


Y, finalmente, luego de subir los cerca de mil escalones, contando los que conducen a cada uno de los miradores, pozas y remansos, se llega a la cascada mayor, “Velo de Novia”, recibiendo a la visita con su eterno rocío, su imperecedero murmullo, con la mítica historia de una sirena que ahí, con su canto, enloquecía a los hombres, donde el viaje se corta en forma abrupta ante lo majestuoso de la caída de agua, desprendida 120 metros arriba, en el peñasco.

Y, ciertamente, es casi imposible transitar por el sendero y evitar al mismo tiempo la necesidad inapelable de tocar el agua, de llevársela con ambas manos al rostro o mojarse con ella los cabellos, con las aguas de las pozas y remansos.

El mágico hechizo de la montaña nos invita a seguir por los caminos rústicos que conducen a la quinta, sexta, séptima y octava cascadas, pero para ese trayecto habrá que esperar a que se construyan nuevos andadores, con otros mil metros de camino, de este mágico México de Chiapas, convertido en lugar ideal para todo aquel que quiera llenarse de cielo o de nube los pulmones, o exponer su rostro a la caricia de la brisa y la espuma, o zambullirse sin más en las tranquilas aguas verde turquesa de los remansos y las pozas que se forman al pie de los chiflones, aunque no del “Velo de Novia”, porque ahí, dicen los abuelos, aparece la sirena, quien se baña y canta y con su canto enloquece a los hombres.



Leyendas de la cascada

José Domingo Jiménez González, otro de los acompañantes, aprovecha el regreso para contar historias que se dicen y perviven a lo largo de los años, contadas por los abuelos a los padres y éstos a sus hijos.

Dice que el nombre de “El Chiflón” se originó porque los abuelos decían que cuando corre el aire las cascadas comienzan a chiflar, y al tratarse de 8 caídas de agua en medio de un alto cerro, se escucha entonces un gran chiflón, y este nombre toma ese atractivo turístico y el cerro.

En una cascada, se dice igualmente, existe una huerta subterránea con frondosos árboles frutales, aunque, nadie, por supuesto, ha localizado si está al interior de la cascada “El Suspiro”, “Ala de Ángel” o la mismísima “Velo de Novia”.

Contaba un señor, hace muchísimos años, que al entrar a buscar animales vio una sirena en la cascada mayor, “Velo de Novia”, donde se estaba bañando, cantando maravillosamente y hechizando a los hombres con su canto.

Otros recuerdan que los días 12 de diciembre, el día de la Virgen de Guadalupe, se escuchaban rumores de gentes con tambores y pitos, en ceremonia dedicada a la Patrona de México.

Finalmente, relata don José Domingo Jiménez, está el templo antiguo, vigente aún y a la vista de los turistas, pero se dice que esta arquitectura formaba parte de un recorrido, y el templo sirvió durante siglos, como un espacio para el descanso y la oración, para después continuar por el largo Camino Real Chiapas – Guatemala, que funcionó en el Siglo XVI de nuestra época.



Ecoturismo en Chiapas



Lo que no es fantasía es la increíble y natural belleza del lugar, donde los pobladores de San Cristobalito (fundado en 1996) han llegado a asimilar muy bien el concepto del ecoturismo, pues tienen la certidumbre de que, en este caso, sólo preservando los recursos naturales del cerro “El Chiflón” y los existentes en los lugares circundantes podrán aspirar a mantener y, aún, mejorar sus condiciones de vida.

Esa es ya la convicción de los 30 ejidatarios y sus familias, quienes aportan un total de 80 personas para la atención, cuidado, protección y mejoría del ecosistema existente en las 150 hectáreas del gran proyecto de “El Chiflón”, que inició operaciones en diciembre del año 2000.
Así, trabajando en forma comunal, a base de consensos, continúan disfrutando y ofreciéndole al mundo el verde turquesa de las aguas del Río San Vicente, la fresca sombra de los altísimos árboles de chicozapote, talcoit, zapote negro y el mulato.

También, por supuesto, de la grata presencia del venado, el tejón, la ardilla, la iguana, el armadillo, las palomas y hasta del zorrillo, a quienes cuidan y protegen los habitantes de la comuna.


Servicios para el turismo
En esta maravilla natural el paseante encuentra una gran cantidad de servicios.
En 1999 sólo se contaba con una brecha rústica de acceso al lugar, sin embargo hoy a El Chiflón se llega en auto hasta un amplio estacionamiento, donde se encuentra la plazoleta central, con un empedrado impecable.
Al arribar y a lo alto aparece el restaurante; junto a éste una palapa de Usos Múltiples, propio para eventos especiales o turismo de negocios, con capacidad para 200 personas.
Los amantes de la ecología y la convivencia con el entorno natural pueden utilizar aquí el servicio de hospedaje con cabañas muy bien acondicionadas para un relajante descanso, sin alterar el entorno.
Por supuesto, se encuentra también una tienda de artesanías con productos de Comitán, San Cristóbal de las Casas y Chiapa de Corzo, donde se puede adquirir desde ropa bordada, playeras, sombreros o artesanía en madera.
También está el módulo de venta de aguas frescas, sanitarios, 20 palapas unifamiliares y dos dúplex, cabañas al interior de la montaña y a lo largo del recorrido, con sus respectivos asadores, siempre a la orilla de las aguas color verde turquesa del Río San Vicente.
Además de poder practicar el senderismo en este mágico México chiapaneco los visitantes también tienen la alternativa de conocer las pinturas rupestres o las ruinas arqueológicas aún sin reconstruir o, si lo prefieren, el Templo Antiguo que data del año 600 de nuestra era.

Por eso a esta maravilla del mundo natural lo han visitado miles de paseantes de Canadá, los Estados Unidos de Norteamérica, Noruega, Brasil, Francia, Checoslovaquia, Holanda, Suiza, India, Argentina, Guatemala, Paraguay, China, Japón, entre otros.
Este bello centro turístico, de impresionantes cascadas y bellísimos paisajes, está a unos 30 minutos de la ciudad de Comitán, tiene una altitud de 600 metros sobre el nivel del mar y cuenta con un clima cálido.

Se localizan muy cerca del nuevo poblado Benito Juárez, dentro del Camino Real Chiapas-Guatemala, que funcionó en el Siglo XVI de nuestra era, y fueron los habitantes de este lugar quienes, organizados, gestionaron apoyos ante los gobiernos municipal y del estado para un proyecto turístico, como alternativa para mejorar sus condiciones de vida, a la vez que ofrecerle al mundo la belleza indescriptible de las Cascadas, el río y el bosque de “El Chiflón”.

En este proyecto hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad han sido los actores principales, a cada uno se le asigna distintas actividades, aplicando la capacitación continua que se les brinda y que han sabido aprovechar al máximo.

“Las Nubes”, paraíso de Chiapas

miércoles, 10 de octubre de 2007



DISRAELI E. ÁNGEL CIFUENTES

Maravilla Tenejapa, Chiapas.- “Causas Verdes Las Nubes”, el centro ecoturístico más exitoso de Chiapas en los últimos años, es una maravilla natural enclavada en la zona de La Selva Lacandona, en el municipio de Maravilla Tenejapa.

A una distancia de 120 kilómetros de Comitán, por la carretera fronteriza, este centro ecoturístico tiene como principal atractivo el caudaloso río Santo Domingo.

Al arribar, el paseante se encuentra primero con el impresionante color turquesa de sus aguas, derivado de la disolución de la roca de cal con el carbonato de calcio, de la enorme cantidad de nutrientes entre algas y diversos microorganismos presentes.

Según lo explica el biólogo Víctor Hugo Hernández Obregón, al color de este río, en general, contribuye también la vida orgánica particular presente en su interior, aunado a la refracción de la luz solar y de la vegetación que lo acompaña a lo largo de su recorrido.

Pero, además, cuenta con una gran cantidad de balnearios naturales, de distintas profundidades y extensiones, con lirios, arbustos, orquídeas y una diversidad de flores adornándolo.

En el recorrido río abajo, partiendo del ejido “Las Nubes”, el turista encuentra a su paso una gran cantidad de caídas de agua, de diferentes tamaños, generando con su permanente golpeteo un arco iris al alcance de la mano del paseante, para tomarse la foto con él o para saltarlo, como a una cuerda multicolor.

Río abajo los rápidos permiten la práctica del raffting, como una alternativa para la diversión, particularmente para quienes disfrutan de este deporte.
Pero, en el paseo a pie, otros atractivos se presentan a la vista del paseante, entre ellos los sumideros de agua, incluyendo la llamada “licuadora”, capaz de jalar, a grandes velocidades, miles de metros cúbicos de agua por segundo, con todo lo que encuentre a su paso.

Más adelante aparece una caída de agua, semejante a una límpida cortina blanca, conocida como “Cascadas Las Golondrinas”, porque estas aves juguetean ahí, al amparo de ese manto de agua y la cueva donde, además, algunas tienen su nido.
“El Cañón del Arco Iris”, apreciable en las mañanas cuando el río amanece con mayores volúmenes de agua, toma su nombre precisamente de esa argolla multicolor, cuando fuertes chorros azotan contra las rocas y se convierten en brisa, descomponiendo ésta a la luz solar.

El Río Santo Domingo un buen día se encontró con una enorme peña a su paso, pero la fuerza de su caudal se impuso, rompiendo el peñasco, naciendo así el “Cañón Peña Alta”, donde se forma un arco rocoso, cediéndole el paso a las aguas caudalosas, con todos sus millones de macabíes, mojarras, pejes de hasta 12 kilogramos de peso, bagres, pichinchas y nutrias, entre otras especies acuíferas.

En la parte alta de este cañón, sobre el cerro, aparecen dos cedros frondosos, asidos de las grietas de las peñas, sólo accesibles a quienes saben practicar del rappel, o ni para éstos, conocido por eso como el mirador de “Los Cedros Intocables”.
Sin embargo, para acceder al mirador de “Los Cedros Intocables” el paseante debe abandonar la ribera del río y meterse a la montaña, en plena Selva Lacandona, por caminos rústicos, aunque transitables, siempre con las medidas de precaución necesarias.

Experiencia inolvidable…

Así, el paseante inicia una experiencia más, practicando el senderismo, conociendo de cerca animales diurnos como los tucanes, pericos, loros chachalacas, pollas de monte, azulejos, colibríes, pinzones, o cuadrúpedos como el tejón (que anda en manadas), jabalíes, andasolos (tejón adulto mayor) e inclusive algunos ejemplares de los cenzos, o coche de monte tamborero, el animal más atacante de la zona, hoy un poco más alejado del lugar.
Otros animales susceptibles de encontrar son el jaguar, el puma, ocelote, tepezcuintle, y aves como el tucán, la pava y la cocolita.

También, se escucha el trinar de las aves, el lenguaje de los chiflones, las caídas de agua y de los imponentes rápidos, hasta arribar al mirador “Vista Hermosa”, el lugar más alto del peñasco a donde el paseante puede llegar, para descubrir, maravillado, cómo el caudaloso río se bifurca y enrolla con sus dos brazos al verde islote, acompañado éste de sendas playas a los lados, con sus iguanas verdes que, ahí, junto al arenal, depositan sus huevos que un día habrán de dar a luz a un nuevo ejemplar del animal.

Una parte del recorrido termina aquí, pero el turista igual puede cruzar al otro lado del río, a través del puente colgante, e inclusive acceder a las playas avistadas desde el mirador “Vista Hermosa”, saltar de piedra en piedra, bañarse, lanzarse en clavados, disfrutar de los rápidos más indulgentes, o pescar con la caña y el anzuelo un peje o cualquier variedad de mojarra.
Historias de vida con causas verdes…

El guía de turista, esta vez, es un personaje que arribó a la ribera del Río Santo Domingo el 25 de abril de 1977, emigrando de la Sierra Madre de Chiapas, donde no encontró un pedazo de tierra para laborar.


Es Don Adulfo Vázquez Morales, quien caminó 50 kilómetros a pie, cargando maleta y víveres, procedente del ejido Las Chicharras, municipio de Bella Vista.

Con trabajo y organización, 28 años después tiene un proyecto de vida ligado a la conservación de la flora y la fauna, de los bosques y montañas, de la ribera del Río Santo Domingo con sus miríadas de peces y su gran colorido.

“Nosotros vimos que esta tierra también tenía riqueza: el río, las cascadas, “las caiditas”, los tepezcuintles, mapaches, venados, el micodenoche o godoy, el andasolo, el armadillo, las garzas morenas, lechuzas, tecolotes, palomas, la gran variedad de murciélagos incluyendo al vampiro o las mariposas, ronrones, escarabajos, saltamontes y otros animales diurnos”.


Orígenes…

También don Emilio Jerónimo Mauricio, el presidente de la Sociedad de Solidaridad Social Causas Verdes Las Nubes, le entra a los recuerdos y al recuento de su lucha para arribar al hoy más exitoso proyecto ecoturístico.

“En 1977 se formó este ejido, en 1980 quedó registrado con gente de la etnia mame, mayoritariamente proveniente de la Sierra Madre de Chiapas, antes sólo se entraba a pie, a caballo o en avioneta, nos golpeaba mucho la enfermedad del paludismo y ni dónde conseguir una pastilla”, rememora.

“Algunos regresaron de donde vinieron, otros no desesperamos y, junto a la agricultura para autoconsumo, comenzamos a ver al turista asomándose, extranjeros mochileros de Canadá, Holanda, Bélgica, España. Unos venían en avionetas con sus cayaques que se inflan, subían a las playas, algunos le ponían sus motores”.

“La gente nuestra se acercaba, llevaba una gallina criolla debajo del brazo, la preparaban en caldo para que comieran, y regresaban con cien o 200 pesos. Se vio que había oportunidad de generar ingresos. Así nació la idea, que sólo fructificó con mayor organización y trabajos de gestoría ante las instancias de gobierno”.

“En el 2001 pudimos trabajar quienes tuvimos el concepto y la iniciativa, nos constituimos en organización, empezamos a solicitar recursos, 24 socios integramos la Sociedad de Solidaridad Social “Causas Verdes las Nubes”


nversión millonaria a la zona…


El gobierno estatal, a través de la Secretaría de Turismo, invierte más de 5 millones de pesos para la construcción de 6 cabañas más, la instalación de piso de laja, remodelación de baños con puertas rústicas y plafones de caña brava, pues se trata de un parque por naturaleza, no hay nada artificial. La SECTUR está respetando las peñas y peñascos dentro de las cabañas, los árboles del derredor, los helechos y begonias, conforme con el estudio del impacto ambiental realizado con anterioridad.

También se construyen andadores de tablón en todas las cabañas, colocación de lámparas, otros andadores con piedra, gravilla y maderas de la región. Las cabañas tendrán una cama matrimonial, una individual, un baño integrado con agua a temperatura ambiente y una tina de hidromasaje.

Este es un río no contaminado, que inclusive ha servido para consumo humano, ya que ninguna comunidad lo utiliza para desechar sus aguas negras.

Amanecer con el sonido de la naturaleza

Don Emilio Jerónimo señaló que el placer de visitar “Causas Verdes Las Nubes” es disfrutar de un amanecer con el sonido de la naturaleza, el lema de la organización y de este centro vacacional ecoturístico, pues aquí el turista despierta con el canto de las aves, el murmullo de la cascada y del medio ambiente.

Por ello, agrega, se han establecido normativas para los visitantes, que incluye la hora de dormir, regulado para no afectar a los demás, no tirar basura en el sendero, no recolectar plantas, apagar la luz a las diez de la noche, no circular después de esa hora y no introducir armas de fuego o deportivas. Transgredir esas normas implica hacerse acreedores de una sanción.



“La mayoría de nuestros visitantes vienen con el fin de descansar, ver el anochecer del lugar, para despertar al día siguiente con una mente sana, respirando el aire puro de las aproximadamente mil 800 hectáreas de selva virgen”.

RECORRIDO EN LANCHA para llegar a LAS PALMAS (Municipio de Acapetagua) -1_2-